En su clásica Encerrona, Pepe Viyuela nos presenta una reflexión sobre lo cotidiano desde la perspectiva del payaso. El protagonista vive la experiencia de quedarse atrapado en las tablas: cuando entra en escena, no sabe dónde se está metiendo. El personaje engañado entra allí porque le indicaron ese camino, y se encuentra con el público. Él no ha venido a actuar pero se ve obligado a ello. El terror a las miradas de ese público lo lleva a querer escapar, a buscar una salida. Pero alguien invisible le impide escapar y lo obliga a permanecer en el escenario, enfrentándose a esos ojos que no se apartan de él.